Su nombre de pila es Miguel Eduardo Viloria Ramos, Pía es el apodo que todos le conocen desde que tiene uso de razón. Su pasión por el cine, lo convirtió en el Quijote de la formación del espectador en cinematografía y promotor de diversos proyectos de difusión cultural en el área del cine y las artes plásticas. Con 57 años de edad, Pía nos narra el guión de su vida.
***Edliany Sánchez
Pía Viloria, Trabaja como Coordinador de Cultura y Cine en el Núcleo Universitario Rafael Rangel, además, es profesor colaborador, dicta el Seminario de Crítica de Cine de la Carrera de Comunicación Social, fue Presidente por seis años del antiguo ateneo de Trujillo y cuatro años antes formó parte de la Junta Directiva, “En mi gestión organicé actividades de jazz, festivales de teatro y títeres” dijo.
Está graduado en Ingeniería Forestal, carrera que no llegó a ejercer ya que desde estudiante se dedicó al cine. Es magister en Historia del Cine y está culminando su doctorado a distancia en la misma mención en la Universidad autónoma de Madrid, España. Como pintor y dibujante ha realizado varias exposiciones individuales y participado en exposiciones colectivas y salones de arte.
Se sienta en la mesa de comedor frente a su laptop, ahí reposan los libros que todavía no ha terminado de leer, y en sus lentes semi al aire se refleja la página de facebook que está visitando, “reviso constantemente mis dos perfiles”, sentencia con timbre de pena.
De contextura robusta, Pía Viloria está vestido con una camisa vinotinto y un jean prelavado, “siempre me visto así, es más cómodo” dice sonreído. Su cabello blanco, su barba y los pliegues de su rostro, son un dilema a su personalidad amable, humorística y chispeante.
Confiesa no ser fan de las películas de cine comercial americano, “me da pena que la gente vaya a pensar que soy muy exquisito, que veo películas extrañas e independientes, debería ver lo más que pueda de todo, pero no siempre tengo oportunidad, declara. Pero revela que ve con frecuencia la película Perfume de Mujer dirigida por Martin Brest y actuada por Al Pachino.
Sube el telón
Viloria nació en el Hospital José Gregorio Hernández en el Estado Trujillo. Desde su primer año vivió con sus abuelos luego del divorcio de sus padres, era el consentido de tías y primos que lo visitaban.
Fue monaguillo en su juventud. Aunque sus abuelos eran muy católicos, no se considera devoto de ninguna religión. Participaba en actividades religiosas que aprovechaba como excusa para poder salir de su casa a visitar a sus amigos del barrio, a una cuadra de la iglesia de Santa Rosa, donde residía. El cine de Trujillo le dejó un legado de recuerdos. La única diversión que había era ir al cine a ver películas “de esas viejas en blanco y negro”, explica Viloria.
Expone que en su juventud frecuentaba mucho las salas de cine que existían en el Estado. Actualmente, vive en el sector San Jacinto ajeno de los ruidos de la cuidad Trujillo. Su casa, está decorada con imágenes del cine de autor y de cuadros abstractos de su autoría, allí se destaca como pintor en compañía de su esposa y sus dos hijos: su hijo mayor Miguel Alejandro de 22 años y Alegría de 11 años de edad.
- ¿Cuál es el mejor día de tu vida?
“El presente, que me permitió una vida anterior llena de eventos muy ricos, tanto alegres como otros no tantos, los días que nacieron mis dos hijos y por supuesto el día que me casé. Esas son experiencias únicas en mi vida”
Segundo acto
- ¿Qué estilo pinta?
“Me gusta lo abstracto, me permite una búsqueda más profunda de lo gestual. Tampoco son muy abstractas, creo que conservan referencias, que tal vez, esté reinterpretando pictóricamente. En mi pintura un pez, representa un pez, y el cielo, también representa el cielo, lo que pasa es uno ve monstruos y ángeles que no siempre los demás ven”
Comenta que le gustaría pintar paisajes más como una emoción, que como una visión, “no quiero hacer el paisaje que tan bien hacen los pintores de la Plaza Bolívar” admitió
- ¿Qué lo inspira a crear sus obras?
“La inspiración, me suena como a iluminación. No me parece que el artista sea un iluminado, hay por supuesto un talento, unas habilidades y claro, una especial sensibilidad. Pero es llenarse de pintura, romper la tela para lograr la comunión con el arte. De inspiración no viven los artistas, los artistas investigan en su propia realización.”
- ¿Ha tenido oportunidad de dar a conocer sus obras?
“Si, he participado en varias bienales del Museo de Arte Popular Salvador Valero y tuve el honor de exponer en la galería Viva México en Caracas y en otras galerías: en Maracaibo (galería Ciudad de Maracaibo) y en Mérida (Salón de Occidente)”
- ¿Ha publicado textos sobre historia del cine?
“Hay algunos cosillas publicadas en la prensa, pero no es mi actividad regular. Trabajo actualmente sobre la historia del cine venezolano y he llenado algunas cuartillas. En esto, soy muy modesto en procura de no pecar”
- ¿Qué similitud ve en sus dos pasiones?
“En ambas actividades hay un espectador. En la pintura, hay un creador. En el cine, hay un promotor y siempre soy yo. ¡Claro! en la pintura, soy responsable de absolutamente todo lo que hago es mi discurso”
- ¿Qué lo indujo a trabajar en el Núcleo Universitario Rafael Rangel?
“Siempre estuve vinculado con la extensión de cultura, soy pintor y a través de las exposiciones de mis obras en el Museo de Arte Popular Salvador Valero y mi currículo, ahora soy Coordinador de Cultura y Cine”
- ¿Cómo llegó a participar en la carrera de Comunicación Social?
“La carrera necesitaba alguien que dictara el Seminario de Crítica de Cine, esa cátedra está adscrita a la profesora Teresita Jiménez y por 6 meses aporté mis conocimientos sobre la materia y con mucho gusto lo haría de nuevo si me vuelven a llamar”
- ¿Por qué no ejerció la carrera de ingeniero forestal?
“En mi juventud las carreras científicas eran para los buenos estudiantes y no había forma de estudiar otra cosa, debería estar en una empresa maderera, pero prefiero mi profesión de crítico de cine”
- ¿Qué otra carrera le hubiera gustado estudiar?
“Hice 3 carreras en mi vida, pero sólo culminé la de ingeniero forestal. Pasé de ingeniería forestal a arquitectura y viceversa. Y en materia de cine mi magister y mi doctorado en historia del cine”
Con risas declara que le hubiera gustado ser chef gourmet, pero cree que nadie entraría a un restaurant que él dirija. “Me hubiera gustado ser cocinero, alguno de mis comensales terminan muy satisfechos, halagan mi comida y hasta la comparan, eso me hace sentir orgulloso. Pero no me considero buen cocinero” manifestó
- ¿Qué opina sobre la expropiación por decreto del ateneo de Trujillo?
“Se perdió un punto de encuentro para las ideologías distintas, de pensamientos diversos. Allí podía estar quien quisiera, sin mirar colores, estatus sociales, el pueblo trujillano lo conocía, aunque no estuviera en su agenda de todos los días. Fue una institución que practicó por sesenta y pico de años la democracia interna, allí hubo permanente relevo de sus directivos. Los que nunca pudieron por la vía de la democracia, dentro de las reglas de juego alcanzar el reconocimiento y la confianza de la comunidad ateneísta, para dirigir la institución, fueron los que finalmente terminaron acabándola”
Escenas editadas.
- ¿Por qué el apodo de Pía?
“Ni yo lo sé, ese apodo lo tengo desde que era infante de primaria y todavía lo es. Me parece que ya mi nombre es mi apodo”
- ¿Es político militante?
“Todo ser humano es político, por lo tanto yo también. Pero no pertenezco a ningún partido o grupo político”
- ¿A qué le tiene miedo?
“A todo sinceramente: el fin de mundo, los aviones, autobuses de expresos occidente, bajar el paramo, subirlo, la altura, los fantasmas. A todo”
- ¿Qué le divierte?
“Alguna actividad lúdica, pero no tengo ningún juego en particular, es más soy mal jugador. Ludo y dominó, no los practico pero los he tenido que jugar por una u otra razón”
- ¿Qué colecciona?
“No tengo una colección como tal, por ejemplo, los pasajes de vuelos. No colecciono pero los conservo: las entradas al cine, entradas de museos, programitas Algunas cositas curiosas las conservo, una vez guardé un grupo de billetes, tengo los famosos tinoquitos y algunos billetes mexicanos y cubanos. Me hubiera gustado ser coleccionista. No creo que sea conservador, pero me cuesta desprenderme de las cosas”
- ¿Película favorita?
“Muchas, El Acorazado de Potemkin, alguna película Ingmar Bergman: el Séptimo Sello, El Silencio. Películas de Woody Allen, me parecen que tienen un lenguaje ligero y muy profundo. En cine venezolano es una relación amor y odio, es decir, hay una representación del ser venezolano. Para mi el casting es bueno, pero el estereotipo de lo bonito, es lo que no termina por gustarme, hay películas venezolanas que me gustan, todavía las veo, como El pez que fuma”
- Si su vida fuera una película, ¿qué crítica haría?
“Seguro al protagonista, tiene problemas de actuación. En una película generalmente hay: una presentación, un conflicto y un desenlace. En mi película, el conflicto es largo. No tengo mucho interés en el desenlace. Si el final fuera feliz, como suelen ser los finales en el cine americano, quedaría aburrido y como deambulando. Los finales abiertos, que es otra opción, no me gustan mucho pues dejan mucho que pensar”
Miguel Viloria o Pía Viloria, es un hombre, divertido y muy conversador. Es una persona humana que le gustan los animales. Comenta, que no se molesta en buscar nombres difíciles para sus mascotas: loro, gato y lobo, así los llama y en sus pinturas siempre tienen el nombre Sin Título. Cuando su hijo nació, le preguntaron ¿cómo se llamaría?, con humor respondió “Sin título”.
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