domingo, 22 de mayo de 2011

Olimpiadas de transporte

***Edliany Sánchez

Como todos los días, voy a la universidad con los ánimos todavía metidos en la cama, llego al aula tratando que mi cuerpo permanezca despierto. Solo pienso ¿qué clases tendremos durante el día que hagan que mis ánimos viajen a mi cuerpo de nuevo?, pero el calor de los pasillos, las clases pesadas de la mañana y de la tarde, y el sauna del comedor hacen que las baterías me lleguen a menos uno.

Salgo del calor infernal del pasillo, para recibir el sol descomunal que alumbra en los lugares abiertos de mi casa de estudio, camino lentamente casi arrastrando mis pies pensando en el bañito que me espera en casa, pero los pocos ánimos que despertaron en la mañana y salieron conmigo de mi cama y los que casi estoy pisando por el cansancio, esos ánimos que todavía me acompañan se salen de mi cuerpo cuando a lo lejos veo a todos los estudiantes que al igual que yo van en la misma dirección, en el mismo bus y con el mismo animo.

Llego sin pensarlo a la parada, deseando que salgan rápido estos buses, quiero llegar a mi casa, quiero bañarme, quiero dormir. A mi lado tengo a dos personas conversando que “solo hay cuatro buses trabajando”, dirijo mi palabra como si alguna de las respuestas me fuera abrir una luz en el cielo y pregunto ¿cuál de esos cuatro buses que están trabajando va a llevarnos? pero ni los choferes saben.

En este momento aunque el sol está apagándose, me siento como vampiro fuera de su ataúd, quemándome poco a poco por los rayos que aún quedan traspasando el cielo. ¡Un aleluya! se escucha entre todos los estudiantes que estamos esperando, un bus está por salir, me levanto con los ánimos que todavía me quedan, me armo de valor y como si estuviera a punto de ganarme una medalla olímpica salgo corriendo para ganarme un puesto en ese bus.

Entre carreras y empujones, por fin pude entrar y tomar un puesto que como trono de reina ya estoy imaginando, ¡Dios! mi medalla me la he ganado, pude sentarme. Pero no en esta universidad nada es tan fácil, a última hora este bus no va a salir, ahora el que va a salir es el que está a un lado y comienza la competencia de nuevo, salir del bus y entrar en otro, pero todos los que quedaron afuera la primera vez tenían ventaja y el trono ya está ganado. En palabras fuertes voy deseándole el mejor de los días al chofer, a los estudiantes, a la universidad, y a mi cansancio.

Parada como asta y meneándome como la bandera, no sé si voy más cómoda que los que van sentados en un asiento mal atendido, pero si me siento más cerca de hogar y mis ánimos comienzan a subir.

Hoy no tenía dinero, Hoy no había tickets en mi cartera, Hoy solo trabajaron cuatro buses estudiantiles, Hoy todo mi recorrido en el bus fue tratando que mi cuerpo se aferrara a una barra porque no podía ir sentada, pero por fin ya estoy en mi casa a punto de apagar mi interruptor cerebral, porque mañana será otro día y mañana voy a tener que amarrar mis ánimos con la correa para montarme en el mismo bus de regreso a la universidad.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho manis, muy bien y además me siento completamente identificada con tu crónica, como se que la mayoría de los estudiantes lo estan, TQM

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LA PALABRA ES LO MEJOR QUE SE NOS PUDO ENTREGAR Y USANDOLA DE MANERA PRODUCTIVA Y CON LA RAZÓN ES EL MEJOR REGALO QUE SE LES PUEDE OFRECES A LA HUMANIDAD